El profundo dolor de los carnavaleros de los 22 municipios del Atlántico acompaña hoy a su reina Carolina Suárez, quien desconsoladamente solloza por Joselito, que se va dejando felicidad, alboroto y los recuerdos de un Carnaval alegre, festivo y con muchísima tradición.
«No quería que el Carnaval acabara y hoy me siento muy nostálgica, pero con la alegría de conocer los municipios y las personas que hacen que estos carnavales sean posibles, con danzas tan originales que presentan las fiestas de ‘Donde todo comenzó'», mencionó la reina.
En la agonía del parrandero Joselito que promete regresar, la beldad carnavalera y su séquito fúnebre, salieron por las calles de Barranquilla, en el desfile de la calle 84, ratificándose como la embajadora de la cultura atlanticense, su compromiso y amor por las tradiciones de los pueblos.
Fue así como Carolina Suárez, una soledeña de 23 años, estudiante de Comunicación Social e Ingeniería Industrial, una vez coronada, recorrió todos los municipios del Atlántico para compartir con sus habitantes sus saberes culturales.
Su Carnaval llevó la fiesta a Galapa, donde recibió su corona, le dio un papel protagónico a los vendedores de raspao, personajes que se ubican en las plazas de los pueblos, a las danzas tradicionales con su vestuario, a Los Diablos Arlequines de Sabanalarga con su carroza y vestido de Batalla de Flores.
Carolina es la segunda reina del Carnaval del Atlántico y en 2019, lideró la Ruta de la Tradición, iniciativa de la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Atlántico.
«Este Carnaval fue un constante descubrimiento. Hoy me siento orgullosa y enamorada de todo lo que viví y descubrí en todos los municipios, de mi cultura y tradiciones», concluye Carolina.