Tal como lo pidió el maestro Jorge Eliécer Garizábalo Hernández en
vida, sus familiares y la Secretaría de Cultura, cumplieron su última voluntad,
‘el Niño de la décima’ siempre quiso que su despedida fuera en el emblemático
Museo Bolivariano.
Los amigos, familiares y diferentes personajes del sector
cultural, llegaron a despedirse del maestro, que recibió un homenaje póstumo
con la interpretación de décimas, el sentir literario con el cual representó a
Soledad en diferentes concursos y festivales.
Banderas de Soledad, el son de la cumbia y todos los decimeros
salieron de la iglesia San Antonio de Padua hasta el cementerio central Gabriel
Escorcia Gravini, para despedir al hombre que con 65 años de vida, se consolidó
como un genio de la palabra, en la que la piqueria siempre fue su especialidad.